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Mostrando entradas de septiembre, 2004
Bueno, nueva presentación del blog. Ya que estoy en Dinamarca pues aprovecho. Me he pasado toda la tarde con el html, espero que guste...
Here in my room Aprieto con los dedos el gorro, negro con una ribete naranja. Mis dedos juegan entre ellos y el gorro, el paisaje se sucede como de costumbre entre una frondosidad usual y los edificios. Mientras mi subconsciente se divierte con el gorro; mi parte consciente, que no racional, disfruta de un cd que me acaban de dejar. En el discman sonando Incubus... Despierta en mi sentimientos que creía ya muertos ( o enterrados, no por mi desde luego), y quita la arena del recuerdo de alguna cara. Cara nunca próxima del todo, pero por la que siempre he tenido un cariño especial. La cara y sus recuerdos, y la música, me hacían disfrutar de un agradable viaje. Me encanta viajar de noche por la ciudad siempre que esté relajado. Las luces pasan, casi al compás de la música. El neón siempre me ha cautivado, fuego de colores, ... figuras, letreros, mensajes, palabras. Pienso en que me gustaría tener una cámara encima y poder hacer una foto por la ventana. La imagen me en
Persiguiendo sentimientos. No sé ya si tengo esos sentimientos que en otra época me balanceaban entre la melancolía y la alegría de estar triste. Quizás ya no sé recogerme en mi mismo, quizás he perdido el norte, el sur, el este y el oeste. Mi alma se ha quedado ciega, sigue lloviendo, pero mi corazón ya no late. Me doy envidia, no es que quiera estar triste, es que quiero volver a volar. Echo de menos mi ventana. Ahora delante de mi hay una pared. Tan blanca y aséptica que cada vez que entro parece la primera vez que entrara. Siquiera capaz de amar, de apasionarme, de soñar,... El otoño siempre ha sido mi estación preferida. Las hojas, la tierra mojada,... la tierra mojada... tan profundo que te llega hasta el cerebro el frescor, casi duele. Quiero pintar en las paredes los sueños que quiero tener, tener una ventana tan grande como lo fue mi corazón, buscar en el suelo la vergüenza que se me haya perdido,...
Ya huele a viento de tormenta. Fresca y eléctrica. La bóveda gris relfeja mi alma, las nubes rasgadas se descuelgan en forma de llovizna. La ciudad acompaña al tiempo, irradiando una belleza lúgubre y atemporal. Busco caras conocidas en las pocas personas que cruzan esa calle, cuyo nombre siquiera sé pronunciar; a lo mejor no tanto conocidas, como reconocibles. Y la lluvia sigue cayendo, cruza mis pies, y va saltando y rebotando por los adoquines. Y el zapateo lejano de las pocas personas que se cruzan en mi camino dota al atardecer oculto de una musicalidad imperceptible para el que no quiera oirla. Sigo buscando en las caras esos ojos, que ya me han dejado una noche sin dormir. Y me sobresalto al ver un rostro parecido; y me entristezco al recordar que probablemente no te encuentre. Pero sería tan bonito... pasear los dos entre las calles regadas por la lluvia de un otoño adelantado para mi mediterránea concepción del tiempo. Las casas no reflejarían si no que tus ojos gri