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Mostrando entradas de agosto, 2007
Empezar a echar de menos aunque aun estén los ojos que te dicen que te queda un poco más de tiempo para disfrutarlos. Es el comienzo del cáncer que va a arrancar un trozo de alma y condenarlo al olvido, aunque las palabras digan lo contrario, aunque los adioses se escondan entre los hasta-luegos. Y, casi, lo que más me turba es saber que un mes habrán pasado sus gestos a ser parte de los recuerdos, y no los echaré de menos, sólo será una nostalgia vacua. Sus nos-vemos, como ramos, en las manos que giran y se cierran, dejando de lado el pensamiento frío que vendrá más tarde y borrará su cara en relieve e imprimirá la cicatriz.
Sí, tú, esto es para ti. ¿Qué haces aquí? Mirando una pantalla. Sal, despierta, corre. Te estás durmiendo entre el fútbol, la fiesta y tu carrera. Piensa, ¿en qué?. Da igual pero piensa. Reta todo lo que ves, todo lo que se te dice, rétalo. Deja de masturbarte comprando todo lo que necesitas y leyendo todo lo que tienes queleer. Salta, estámpate contra el suelo. Somos los hijos sin raices, que no tenemos nada por lo que luchar porque todo lo que se nos ha dado es maravilloso y perfecto, y porque nada ocurre más allá de los dos metros de nuestro espacio vital. Trabajas en algo que no quieres hacer, pero no tienes el suficiente interés como para dejar de hacerlo, porque al fin y al cabo nada tiene mayor o menor interés que las otras cosas. Pasas las semanas deseando que llegue el fin de semana para salir de fiesta, para ir a comprar tu libertad y tu satisfacción con copas, ropa o entretenimiento. Intenta hacer algo que no tenga impacto económico. ¿Cúantas vueltas llevas ya en tu rueda de
Para mi mente levantina resultaba ridículo, casi insultante, un sitio que se llamara "playa" (Genève Plage) y que fuera un complejo con un par de piscinas y una orilla que daba al lago. Por si fuera poco, esta "playa" era un enorme terreno cubierto de césped (nada de grama) verde. Era otro tipo de veraneo, tan diferente al que estaba acostumbrado que perdía su propio nombre estacional a mi entender. Estaba lleno de carteles, tan suizamente colocados, para indicar cualquier cosa. Se me antojaba especialmente cómico el cartel que indicaba los vestuarios, que decía "vestiaires", me sonaba a bestiario, catálogo de bestias oriundas. Pero es bien sabido que el país helvético las únicas bestias no humanas que se pasean por los lares son vacas. Ese gran icono del país de Heidi. Me dejé caer en el césped (allá donde fueres haz lo que vieres) y me compré El País. Al leerlo pensaba que en ese mismo momento habría gente leyendo ese mismo artículo que no cae en la cuen