Varsovia II
Sí, pensabáis que no iba a haber una nueva entrada hasta bien entrada la Navidad; pero no. Chicos, me estoy cogiendo de nuevo.
Veamos, dejamos la historia en que un servidor aburrido cual ludopata en Molinos de San Cucufate de arriba, había parado en medio de una calle a una preciosa muchacha ( esas cosas me las pega José "El Cartagenero", yo debería decir esa "chiquita cachonda", pero me estoy reformando) y me disponía a andar con ella. Claro, cuando me sonrió y me dijo que sí, pensaba que Dios era bueno y se iba a resarcir conmigo y poner ese monumento eslavo a mis pies. Me llevo a un parque en el que había una tumba de lo que entendí un militar que fue muy bueno porque liberó el país de no se qué, vamos un dictador bueno, creo. Le iba a comentar que nosotros también tuvimos uno que queríamos que reventara en trozitos, porque lo que se dice bueno no era, y al final solo uno de sus amigotes acabo saltando sin pértiga. Una pena, pero es lo que tiene la vida. En fin, que la muchacha ( josé te odio, no se dice muchacha) siguió andando y llevandome por sitios. El punto más bonito, no todo va a ser lascividad y perversión desmesurada, fue cuando llegamos a una calle y ella quería ir a un parque, y le dije que era hacia la derecha. Ella me dijo, que no, que era a la izquierda. Total, que tirando de técnicas de guerrilla le dije: "te apuesto una cena a que es por la derecha" ( para quien no lo pille: tanto si pierdes como si ganas tienes una cena con ella). Me dijo que una cena era dinero, que se apostaba un plátano. Claro mi mente que ya rozaba los 200 grados centígrados, pues se veía ya en un rincón de la ciudad dandose el lote con la polaca. Total que andamos hacia donde yo decía, y le di a entender que tenía razón. La chica se lo creyó ( era verdad, llegamos bien) y pilló en un puesto que había por la calle y compró dos plátanos. Total, que nos comimos los plátanos. Seguimos andando y hablando, sobre nuestros países y cosas así. Le llamaron las amigas de la casa donde dormía, y dijo que se tenía que ir. Así que le acompañé al autobus, le di un abrazo, un encantado de conocerte y que te vaya bien. Mientras, el angelito que me sale en estos momentos me decía "metete en el bus y ves con ella", y el demonio sólo hacía signos obscenos. Total que me volví a mi hostal, contento pero excesivamente hormonado. Así que dije, esta noche en el hostal conozco unas cachondas noruegas. Así que me fui al bar, y me puse a jugar al solitario con mis cartas. Técnica de guerrilla #2. Funcionó a medias, vino un chico que tendría 18 años. Estuvimos hablando, estaba as hot as churrero's stick, y que esa noche iba a ir de fiesta con otro que había conocido en el hostal. Yo le dije que al día siguiente me iba a Krakovia, que pasaba. Y este me decía en voz baja, no te hacen unas pastillas. Y yo... anda qué... es que tendríais que verlo, era un inglés de 18 años, con una pinta de freaky indescriptible. Así que me acabé iendo a dormir, y una china que dormía en mi habitación se me puso a hablar. Claro, entre que estaba cero de buena, y yo estaba cansado, le dije " sí, ...sí,... sí,... ajá... buenas noches". Al día siguiente en Kracovia me esperaban sorpresitas.
Sí, pensabáis que no iba a haber una nueva entrada hasta bien entrada la Navidad; pero no. Chicos, me estoy cogiendo de nuevo.
Veamos, dejamos la historia en que un servidor aburrido cual ludopata en Molinos de San Cucufate de arriba, había parado en medio de una calle a una preciosa muchacha ( esas cosas me las pega José "El Cartagenero", yo debería decir esa "chiquita cachonda", pero me estoy reformando) y me disponía a andar con ella. Claro, cuando me sonrió y me dijo que sí, pensaba que Dios era bueno y se iba a resarcir conmigo y poner ese monumento eslavo a mis pies. Me llevo a un parque en el que había una tumba de lo que entendí un militar que fue muy bueno porque liberó el país de no se qué, vamos un dictador bueno, creo. Le iba a comentar que nosotros también tuvimos uno que queríamos que reventara en trozitos, porque lo que se dice bueno no era, y al final solo uno de sus amigotes acabo saltando sin pértiga. Una pena, pero es lo que tiene la vida. En fin, que la muchacha ( josé te odio, no se dice muchacha) siguió andando y llevandome por sitios. El punto más bonito, no todo va a ser lascividad y perversión desmesurada, fue cuando llegamos a una calle y ella quería ir a un parque, y le dije que era hacia la derecha. Ella me dijo, que no, que era a la izquierda. Total, que tirando de técnicas de guerrilla le dije: "te apuesto una cena a que es por la derecha" ( para quien no lo pille: tanto si pierdes como si ganas tienes una cena con ella). Me dijo que una cena era dinero, que se apostaba un plátano. Claro mi mente que ya rozaba los 200 grados centígrados, pues se veía ya en un rincón de la ciudad dandose el lote con la polaca. Total que andamos hacia donde yo decía, y le di a entender que tenía razón. La chica se lo creyó ( era verdad, llegamos bien) y pilló en un puesto que había por la calle y compró dos plátanos. Total, que nos comimos los plátanos. Seguimos andando y hablando, sobre nuestros países y cosas así. Le llamaron las amigas de la casa donde dormía, y dijo que se tenía que ir. Así que le acompañé al autobus, le di un abrazo, un encantado de conocerte y que te vaya bien. Mientras, el angelito que me sale en estos momentos me decía "metete en el bus y ves con ella", y el demonio sólo hacía signos obscenos. Total que me volví a mi hostal, contento pero excesivamente hormonado. Así que dije, esta noche en el hostal conozco unas cachondas noruegas. Así que me fui al bar, y me puse a jugar al solitario con mis cartas. Técnica de guerrilla #2. Funcionó a medias, vino un chico que tendría 18 años. Estuvimos hablando, estaba as hot as churrero's stick, y que esa noche iba a ir de fiesta con otro que había conocido en el hostal. Yo le dije que al día siguiente me iba a Krakovia, que pasaba. Y este me decía en voz baja, no te hacen unas pastillas. Y yo... anda qué... es que tendríais que verlo, era un inglés de 18 años, con una pinta de freaky indescriptible. Así que me acabé iendo a dormir, y una china que dormía en mi habitación se me puso a hablar. Claro, entre que estaba cero de buena, y yo estaba cansado, le dije " sí, ...sí,... sí,... ajá... buenas noches". Al día siguiente en Kracovia me esperaban sorpresitas.
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