La Odisea, texto recuperado de mi ordenador...
Abrazos que cortan tanto la respiración como el riego sanguíneo, unas palmadas en la espalda, la típica frase "vas a volver muy cambiado" y en los casos más extremos llantos. El aeropuerto entero se gira a ver que magnifico acontecimiento acaece en la puerta B. Tal como en otros tiempos se despedía a los mozos que se iban a la mili, mis padres así se despedían de mi. Así empieza la Odisea de emigración estudiantil, oficialmente llamada Erasmus. De forma no oficial se le llama la Orgasmus,... no comments, depende de la suerte de cada uno.
Llevas desde hace nueve meses preparando papeles, enviando emails, comprando "cosas-que-vas-a-necesitar",... Y ahora estás ahí, preparado para el viaje. En cuestión de minutos estás sentado en el avión camino, si tienes suerte, de tu destino final; en caso de que no sea así, camino de una de tus escalas.
Subes al avión, temeroso, acompañado en algunos casos de otro erasmus que como tú se dirige al fin de su existencia como persona dependiente del nido familiar. Temeroso al igual que tu, no os servís mucho de consuelo el uno al otro.
Siéntense por favor. No fumar. Asientos en posición vertical. Cinturones abrochados. Lo normal en un vuelo de avión. Solo que si vas acompañado de una persona que jamás ha ido en avión puedes disfrutar viendo como sus ojos abiertos como platos se clavan en las alas del avión. El sujeto en cuestión empieza a sudar como un cochinillo, te mira y te dice: ¿Esto no se caerá no?, medio sonriendo. Una frase tranquilizadora puede ser algo así como: "Yo nunca he sufrido un accidente de avión, pero nunca digas de esta agua no beberé..." Sadismo, exquisito.
El avión despega con la congoja de tu acompañante e inicias el vuelo. En mi caso tenía que hacer escalas, así que paramos en Madrid. Estuvimos haciendo el chorra por el aeropuerto de Barajas. Y allí cogimos el avión serio, el que nos llevaría a Copenhague, que tampoco era nuestro último destino pero bueno.
Subí en el segundo avión.
Repasas mentalmente todo lo que te han dicho en casa:
-"No te hagas un desastre". Que un año fuera de casa sin nadie que te vigile... seguro que no te haces la cama, ni te limpias la habitación,... no te me hagas un vago, ¿eh?
-"Cuidado con las guiris, que son unas lagartas". Dios lo quiera, que no me voy al extranjero solo para estudiar. Matización, las guiris en su país dejan de ser guiris.
-"Abrígate bien que por ahí arriba hace mucho frío". Aviso que pocas veces se toma en cuenta, y que por Noviembre nos vamos a acordar de nuestra madre, en el sentido más literal.
Mi repaso mental a todos los items "a recordar" se ve cortado por una amable sonrisa profident que me ofrece en algún idioma pitanza y bebercio. Pido cortésmente un "apple juice", me dan el sucedáneo de zumo de manzana, y, ¡vaya por dios!, una bolsa de cacahuetes. El tamaño del zumo es sumamente ridículo, en fin, no me quejo, ... es gratis ( ingenuos,... 150 euros de billete de avión dan para muchos zumos). Y abro con la ilusión de un niño la mañana de Reyes mi bolsa de cacahuetes, ¡sorpresa! , hay ni más ni menos 5 cacahuetes. Se me pasa por la cabeza decirle a la amable señorita que solo me han dado la guarnición, pero ahorro saliva. A\ no me va a entender; B\ no me va a dar más cacahuetes.
Mil maneras de matar el tiempo, todas ellas inocuas al nerviosismo de llegar a una ciudad extraña, en la que en el mejor de los casos te puedes aclarar en inglés. ¿Cómo será la gente de por allá? ¿Y las clases? ¿Y las fiestas?.
Tras una semiodisea llegué a mi destino. Empalmando otro avión que iba a mi destino final, Aarhus.
Abrazos que cortan tanto la respiración como el riego sanguíneo, unas palmadas en la espalda, la típica frase "vas a volver muy cambiado" y en los casos más extremos llantos. El aeropuerto entero se gira a ver que magnifico acontecimiento acaece en la puerta B. Tal como en otros tiempos se despedía a los mozos que se iban a la mili, mis padres así se despedían de mi. Así empieza la Odisea de emigración estudiantil, oficialmente llamada Erasmus. De forma no oficial se le llama la Orgasmus,... no comments, depende de la suerte de cada uno.
Llevas desde hace nueve meses preparando papeles, enviando emails, comprando "cosas-que-vas-a-necesitar",... Y ahora estás ahí, preparado para el viaje. En cuestión de minutos estás sentado en el avión camino, si tienes suerte, de tu destino final; en caso de que no sea así, camino de una de tus escalas.
Subes al avión, temeroso, acompañado en algunos casos de otro erasmus que como tú se dirige al fin de su existencia como persona dependiente del nido familiar. Temeroso al igual que tu, no os servís mucho de consuelo el uno al otro.
Siéntense por favor. No fumar. Asientos en posición vertical. Cinturones abrochados. Lo normal en un vuelo de avión. Solo que si vas acompañado de una persona que jamás ha ido en avión puedes disfrutar viendo como sus ojos abiertos como platos se clavan en las alas del avión. El sujeto en cuestión empieza a sudar como un cochinillo, te mira y te dice: ¿Esto no se caerá no?, medio sonriendo. Una frase tranquilizadora puede ser algo así como: "Yo nunca he sufrido un accidente de avión, pero nunca digas de esta agua no beberé..." Sadismo, exquisito.
El avión despega con la congoja de tu acompañante e inicias el vuelo. En mi caso tenía que hacer escalas, así que paramos en Madrid. Estuvimos haciendo el chorra por el aeropuerto de Barajas. Y allí cogimos el avión serio, el que nos llevaría a Copenhague, que tampoco era nuestro último destino pero bueno.
Subí en el segundo avión.
Repasas mentalmente todo lo que te han dicho en casa:
-"No te hagas un desastre". Que un año fuera de casa sin nadie que te vigile... seguro que no te haces la cama, ni te limpias la habitación,... no te me hagas un vago, ¿eh?
-"Cuidado con las guiris, que son unas lagartas". Dios lo quiera, que no me voy al extranjero solo para estudiar. Matización, las guiris en su país dejan de ser guiris.
-"Abrígate bien que por ahí arriba hace mucho frío". Aviso que pocas veces se toma en cuenta, y que por Noviembre nos vamos a acordar de nuestra madre, en el sentido más literal.
Mi repaso mental a todos los items "a recordar" se ve cortado por una amable sonrisa profident que me ofrece en algún idioma pitanza y bebercio. Pido cortésmente un "apple juice", me dan el sucedáneo de zumo de manzana, y, ¡vaya por dios!, una bolsa de cacahuetes. El tamaño del zumo es sumamente ridículo, en fin, no me quejo, ... es gratis ( ingenuos,... 150 euros de billete de avión dan para muchos zumos). Y abro con la ilusión de un niño la mañana de Reyes mi bolsa de cacahuetes, ¡sorpresa! , hay ni más ni menos 5 cacahuetes. Se me pasa por la cabeza decirle a la amable señorita que solo me han dado la guarnición, pero ahorro saliva. A\ no me va a entender; B\ no me va a dar más cacahuetes.
Mil maneras de matar el tiempo, todas ellas inocuas al nerviosismo de llegar a una ciudad extraña, en la que en el mejor de los casos te puedes aclarar en inglés. ¿Cómo será la gente de por allá? ¿Y las clases? ¿Y las fiestas?.
Tras una semiodisea llegué a mi destino. Empalmando otro avión que iba a mi destino final, Aarhus.
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