Berlín I
Continuamos donde dejamos nuestra apasionante historia de amor y aventuras por Europa. Empezó todo con su pregunta de si estaba de interrail, una conversación típica de viajeros que empezó en el anden y la continuamos a bordo. La chica era una finalandesa que estudiaba Economía y estaba de interrail por las zonas de Europa Central y del Este ( como yo), se llamaba Emilia. Cuando subimos al tren, como era de esperar ya que la probabilidad establece que en un tren es muy dificil encontrar dos sitios juntos, sobretodo cuando uno ( el mio) lo tenía reservado y el otro no, teníamos sitios en diferentes compartimentos. Sin embargo no fue esta frontera para una incipiente amistad, así que estuvimos hablando en el pasillo y luego en mi compartimento aprovechando que uno de mis "cabin-mates" estaba missing, nos sentamos a charlar y ver todas las cosas que teníamos en común. Ella también iba a Berlín, pero aun no tenía residencia, yo iba a una que ya tenía reservada y le dije cual era; iba a llamar para ver si tenían más camas. Dios, que me proveió de una mente lasciva y completamente entregada a las practicas de Onán, fue, probablemente el culpable, de que le dijera un OK impregnado de cual sea el elemento opuesto al Bromuro. Pero el destino quiso que mi hostal estuviera lleno, y reservó en otro. De todas maneras cuando llegamos a Berlín intercambiamos teléfonos y esa misma tarde quedamos. Habíamos quedado en la estación de Alexanderpladtz a las 6, y me envió un sms diciendo que llegaría tarde ( lo que iba a ser la tónica cada vez que quedáramos, aunque por aquel entonces yo no lo sabía) y que venía con un amigo que había conocido en la residencia. Mosca. En fin, ¿ qué le ibamos a hacer?. Así que aparece tarde y con un guaperillas, con melena y barba de dos días a lo surfer. El chico era australiano, parecía majo, tonto pero majo. Así que empezamos a caminar hacia lo que pensabamos ( pensaba yo, pero es que tengo un poder de liderazgo turístico inconmensurable) que era el centro de la ciudad, vamos hacía donde iba una calle grande. A los 500 metros la finlandesa dice que ha visto que esa noche tocaba U2, como dejando caer : alguien se viene. Con mis reflejos de jedi le dije que a mi no me pillarían por ahi, no iba a pagar por ver a U2. El otro secundo la moción y se negó a ver a semejante elenco julandrón sobre un escenario y encima pagando. Así que la chica dijo que bueno, que ella si que iba, y que le disculparamos pero que se iba a cambiar y al concierto. Pues bueno. Así que el señor gambita y yo nos fuimos a caminar juntos por Berlín, nos cansamos pronto, y el tipo más soso que un plato de arroz blanco dijo que se iba a cenar. Me despedí de él, y me fui a mi residencia. En la que esperaba encontrar algo de fiesta, que la había pero el ir solo por la noche no ayuda, así que me fuí a dormir, y al día siguiente a un tour por la ciudad.
Continuamos donde dejamos nuestra apasionante historia de amor y aventuras por Europa. Empezó todo con su pregunta de si estaba de interrail, una conversación típica de viajeros que empezó en el anden y la continuamos a bordo. La chica era una finalandesa que estudiaba Economía y estaba de interrail por las zonas de Europa Central y del Este ( como yo), se llamaba Emilia. Cuando subimos al tren, como era de esperar ya que la probabilidad establece que en un tren es muy dificil encontrar dos sitios juntos, sobretodo cuando uno ( el mio) lo tenía reservado y el otro no, teníamos sitios en diferentes compartimentos. Sin embargo no fue esta frontera para una incipiente amistad, así que estuvimos hablando en el pasillo y luego en mi compartimento aprovechando que uno de mis "cabin-mates" estaba missing, nos sentamos a charlar y ver todas las cosas que teníamos en común. Ella también iba a Berlín, pero aun no tenía residencia, yo iba a una que ya tenía reservada y le dije cual era; iba a llamar para ver si tenían más camas. Dios, que me proveió de una mente lasciva y completamente entregada a las practicas de Onán, fue, probablemente el culpable, de que le dijera un OK impregnado de cual sea el elemento opuesto al Bromuro. Pero el destino quiso que mi hostal estuviera lleno, y reservó en otro. De todas maneras cuando llegamos a Berlín intercambiamos teléfonos y esa misma tarde quedamos. Habíamos quedado en la estación de Alexanderpladtz a las 6, y me envió un sms diciendo que llegaría tarde ( lo que iba a ser la tónica cada vez que quedáramos, aunque por aquel entonces yo no lo sabía) y que venía con un amigo que había conocido en la residencia. Mosca. En fin, ¿ qué le ibamos a hacer?. Así que aparece tarde y con un guaperillas, con melena y barba de dos días a lo surfer. El chico era australiano, parecía majo, tonto pero majo. Así que empezamos a caminar hacia lo que pensabamos ( pensaba yo, pero es que tengo un poder de liderazgo turístico inconmensurable) que era el centro de la ciudad, vamos hacía donde iba una calle grande. A los 500 metros la finlandesa dice que ha visto que esa noche tocaba U2, como dejando caer : alguien se viene. Con mis reflejos de jedi le dije que a mi no me pillarían por ahi, no iba a pagar por ver a U2. El otro secundo la moción y se negó a ver a semejante elenco julandrón sobre un escenario y encima pagando. Así que la chica dijo que bueno, que ella si que iba, y que le disculparamos pero que se iba a cambiar y al concierto. Pues bueno. Así que el señor gambita y yo nos fuimos a caminar juntos por Berlín, nos cansamos pronto, y el tipo más soso que un plato de arroz blanco dijo que se iba a cenar. Me despedí de él, y me fui a mi residencia. En la que esperaba encontrar algo de fiesta, que la había pero el ir solo por la noche no ayuda, así que me fuí a dormir, y al día siguiente a un tour por la ciudad.
Comentarios
Y sí, el australiano surfero quería tema contigo seguro.
Espero que el siguiente capítulo sea más exitoso, pq vaya fracaso de comienzo...
F.
Mucho mejor. Dan ganas hasta de comentarte.