Ir al contenido principal

Test

En fin, recojo el test que me pasa Jose y nada pongo "Tus 5 hábitos más raros". Así que empezemos.
- Me jode de sobremanera la gente que habla mal. Es decir la gente que dice "ejque" en vez de "es que", o "vintiuno" en vez de "veintiuno". En serio, no puedo. Más de una chica ha caido de mi lista de posibles amores platónicos por soltarme cosas como "ejque esto es una mierda" o "una polla como una olla" ( eso me marcó).
-Cuando me levanto y aun no ha salido el sol miro por la ventana como todo está oscuro y miro mi reflejo. No sé, me da confianza, él también se ha levantado.
-Me revienta que la gente haga las rotondas mal y las tome en recto y tenga que frenar para que no me desgracien el morro. En general odio como conducen los orangutanes con poco pelo que circulan por las calles de mi ciudad, con coches que parecen naves espaciales sacadas de la película de ciencia ficción más chabacana.
- Hablo muy rápido y bajito, y cuando corro tanto que no me da tiempo a pensar digo "esto...". Me atropello al hablar y me confundo a mi mismo.
-Me jode que las pijas estén tan buenas y a mi no me salga ser pijo, lo he intentado pero no me sale. Soy un pijo frustrado.

Ale ya está, paso este test a todos los que lo lean. Supongo que Pablo y Fede, Jose y Fer ya lo han hecho y no hay más lectores conocidos.

Comentarios

sulaco ha dicho que…
Pues sí, ya lo he hecho. Lo del pijo frustrado no sé, yo te sigo viendo medio pijo. Lo de las rotondas deberías ampliarlo que ahí donde tú vives la gente conduce de una manera bastante peculiar
Anónimo ha dicho que…
Mi abuela dijo un día: aunque el pijo se vista de seda, pijo se queda...
N ha dicho que…
"Mis 5 habitos mas raros", por Nicte:

- Siempre tengo que llevar algo negro. Ya sea la camiseta, el pantalon, las zapatillas o las gomas del pelo. Es el unico color del que no puedo prescindir. El que siempre me acompaña.

- Odio que suene un telefono y no sea el mío. No puedo evitar echar una mirada furibunda a mi movil, reprochandole su mudez.

- Si no llevo reloj me vuelvo histerica y soy capaz de volver a mi casa solo para recogerlo.

- Odio el humo del tabaco. Y odio aun mas los que fuman a tu lado y despues de fumigar tu cara te preguntar con voz melosa ¿Te importa que fume?

- Cuando tengo prisa, siempre pierdo el metro o pasan antes dos en el anden contrario y cuando tengo tiempo de sobra, hago el trayecto en la mitad de tiempo, transbordo incluido. O lo que es lo mismo, siempre llego o muy tarde o muy pronto.

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
El retorno del "lledai". Cierto es que he vuelto a España. Un par de comentarios, en el post anterior, hechos en los últimos días me han recordado que tengo un blog ( varios, pero dejémonos de vanidades ); así que me dispongo a retomar esta tragicomedia que es el relato, sesgado, de mi vida. Es comprensible que para recomenzar tome como punto de inicio mi vuelta a España, sé que muchos estás impacientes de que relate con extremo detalle las aventuras más sucias que me hayan ocurrido por mis viajes europeos. No obstante, éstas os defraudarán ( me han defraudado incluso a mi) y las dejaré para siguientes posts. Mi regreso a la provincia carpetovetónica que figura en mi DNI, ha sido muy relajada. Me habían hablado mucho del síndrome post-erasmus, y todas sus malignas consecuencias, que van desde el apuntarse a una academia de español, para conocer más chiquitas extranjeras, al suicidio por inhalación de gas. Lo veo de un dramatismo exagerado, yo he vuelto y tanto mi cuerpo como