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De nuevo en la ciudad

Ya estoy aquí después de un fin de semana ausente. Espero que no me hayais echado mucho de menos ( bueno realmente sí). Antes de escribir nada contestar el tagboard: Gracias RPcero, se agradece la confianza, y sí gran película.
Troulo: amistad, admiración,... y lo que surja...

El otro día teniamos un concierto como muchos ya sabreís, y finalmente no se hizo. Al menos como tal, estuvimos tocando ( ensayando) pero por diversas causas no tocamos delante de las 200 personas que esperabamos tocar.
En principio podría suponer una gran desilusión, pero no me encuentro decaido. Si acaso decepcionado. Nada traumático.
Esto me recuerda un poco a una reflexión celebre que oí una vez, y que quizás alguno piense que es demasiado estúpida o que no tiene demasiado, en fin que no la lea. ¿Hay algo más frustante que ir paseando por la calle y ver un cartel que pone: Se planchan camisas; e ir esa misma tarde con tus camisas y al entrar darte cuenta de qué esa tienda vende carteles? No os quedeís en la anécdota de las camisas, si no en lo que es la frustración, de esperar algo y que se tuerza completamente. La frustración, qué gran tema. Está claro que hay distintos niveles, por ejemplo mi frustración con lo del concierto no es muy grave, se me pasa en un par de días. Pero cúantos proyectos se nos han venido abajo después de mucha preparación, ¿todo el proceso no ha servido para nada?. Soy de los que prefiero pensar que todo ayuda y da experiencia, nada es malo del todo ( ni bueno del todo), las cosas son como son, es la manera de afrontarlas lo que las hace diferentes.

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Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
A veces me gustaría escribir como Pau , joder qué fluidez, yo que me atranco con los reniegos pseudorománticos que no llevan a ninguna parte. Tengo que desarrollar más aptitudes literarias. Pero no sé de qué escribir. Estoy muy ilusionado con lo que estoy viendo aquí, tengo proyectos ideas y un montón de cosas que voy a disfrutar. Pero no me apetece hablar de eso. Sinceramente, creo que no podría. Siempre la misma referencia de amor y enamoramientos. Claro que hay, siempre acaba uno siguiendo alguna falda, aunque podría ser cualquier otra. Pero es esa porque te sonríe mucho o te roza de vez en cuando la mano. Y empieza la estúpida frustración de pensar que no le gustas. Que probablemente sea verdad, pero al fin y al cabo, todo va sobre convencer y conquistar. Con alguien discutía el otro día que si esperabas a que una chica viniera a decirte lo guapo que eres y lo muy enamorada que está de ti lo llevaba claro. No me canso de las faldas pero me canso de hablar de ellas. Me da miedo cans