Ir al contenido principal
Siempre había pesado sobre mí la injusticia de tener que abrir los ojos antes de que el sol se despertara, y sólo conseguía pensar en que en otros tiempos, sin luz eléctrica, no hubiese sido posible tal madrugón (aunque indefectiblemente pensaba que sin calefacción tampoco sería una buena idea el salir de la cama por mucho sol que hubiese). El siguiente pensamiento que se afianzaba como mi filosofía y crítica a la vida era el por qué yo no era miembro de una familia real, que obviamente, se levantarán a la hora que les plazca.
Arrastrando los ojos por el suelo, una de esas mañanas, fui sobrellevando las horas, y decidí comer en un deli cercano a la oficina que tenían unos arroces chinos bastante sabrosos y, por supuesto, muy poco saludables.
Estaba deglutiendo aquella delicia oriental cuando una chica de aspecto más bien desaliñado se sentó a mi lado.
No me dijo hola, ni qué tal, ni que aproveche. Pidió lo que quería y a continuación me miró de arriba abajo y mirando al frente me preguntó: ¿no eres demasiado joven para llevar traje?. Supongo que mi respuesta fue desmedida y respondió más a mi posición defensiva: ¿no eres demasiado mayor para preguntar estupideces?. Se volvió hacia mí y me sonrió. Acabó de comer antes que yo, y al irse me dejo una tarjeta al lado de mi mano. Me pareció una forma interesante de ligar, y realmente era una chica atractiva. Miré la tarjeta y me costó ligeramente asumir aquello, era la tarjeta de un local de alterne y ponía, pregunta por Lilith. Ni cinco años en Harvard daban esa capacidad de venta. Nunca fui, y si lo hice jamás lo diré, pero aun conservo la tarjeta.

Comentarios

vanya ha dicho que…
Ja, ja, ja, ja, ja... :D

Ese también fue otro choque, o reencuentro de culturas, supongo...
Quique ha dicho que…
Jeje, no no. Esto es pura ficción. Historietas que me dan.
Pau ha dicho que…
Historietas? Ficción???

Cambiale el traje, quitale un cierto porcentaje de puta (no todo, por favor), pegale una patada al arroz y pon algo como... música progresiva, inventa un nombre más al uso que Lilith, y desfigura sus caderas en una cucharilla antes de gritar "jaco"...

Historietas? Ficción??
Quique ha dicho que…
aish, qué cabroncete.
Que sí... que me estoy quitando...
ya sólo me pongo de vez en cuando...

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
El retorno del "lledai". Cierto es que he vuelto a España. Un par de comentarios, en el post anterior, hechos en los últimos días me han recordado que tengo un blog ( varios, pero dejémonos de vanidades ); así que me dispongo a retomar esta tragicomedia que es el relato, sesgado, de mi vida. Es comprensible que para recomenzar tome como punto de inicio mi vuelta a España, sé que muchos estás impacientes de que relate con extremo detalle las aventuras más sucias que me hayan ocurrido por mis viajes europeos. No obstante, éstas os defraudarán ( me han defraudado incluso a mi) y las dejaré para siguientes posts. Mi regreso a la provincia carpetovetónica que figura en mi DNI, ha sido muy relajada. Me habían hablado mucho del síndrome post-erasmus, y todas sus malignas consecuencias, que van desde el apuntarse a una academia de español, para conocer más chiquitas extranjeras, al suicidio por inhalación de gas. Lo veo de un dramatismo exagerado, yo he vuelto y tanto mi cuerpo como