Siempre había pesado sobre mí la injusticia de tener que abrir los ojos antes de que el sol se despertara, y sólo conseguía pensar en que en otros tiempos, sin luz eléctrica, no hubiese sido posible tal madrugón (aunque indefectiblemente pensaba que sin calefacción tampoco sería una buena idea el salir de la cama por mucho sol que hubiese). El siguiente pensamiento que se afianzaba como mi filosofía y crítica a la vida era el por qué yo no era miembro de una familia real, que obviamente, se levantarán a la hora que les plazca.
Arrastrando los ojos por el suelo, una de esas mañanas, fui sobrellevando las horas, y decidí comer en un deli cercano a la oficina que tenían unos arroces chinos bastante sabrosos y, por supuesto, muy poco saludables.
Estaba deglutiendo aquella delicia oriental cuando una chica de aspecto más bien desaliñado se sentó a mi lado.
No me dijo hola, ni qué tal, ni que aproveche. Pidió lo que quería y a continuación me miró de arriba abajo y mirando al frente me preguntó: ¿no eres demasiado joven para llevar traje?. Supongo que mi respuesta fue desmedida y respondió más a mi posición defensiva: ¿no eres demasiado mayor para preguntar estupideces?. Se volvió hacia mí y me sonrió. Acabó de comer antes que yo, y al irse me dejo una tarjeta al lado de mi mano. Me pareció una forma interesante de ligar, y realmente era una chica atractiva. Miré la tarjeta y me costó ligeramente asumir aquello, era la tarjeta de un local de alterne y ponía, pregunta por Lilith. Ni cinco años en Harvard daban esa capacidad de venta. Nunca fui, y si lo hice jamás lo diré, pero aun conservo la tarjeta.
Arrastrando los ojos por el suelo, una de esas mañanas, fui sobrellevando las horas, y decidí comer en un deli cercano a la oficina que tenían unos arroces chinos bastante sabrosos y, por supuesto, muy poco saludables.
Estaba deglutiendo aquella delicia oriental cuando una chica de aspecto más bien desaliñado se sentó a mi lado.
No me dijo hola, ni qué tal, ni que aproveche. Pidió lo que quería y a continuación me miró de arriba abajo y mirando al frente me preguntó: ¿no eres demasiado joven para llevar traje?. Supongo que mi respuesta fue desmedida y respondió más a mi posición defensiva: ¿no eres demasiado mayor para preguntar estupideces?. Se volvió hacia mí y me sonrió. Acabó de comer antes que yo, y al irse me dejo una tarjeta al lado de mi mano. Me pareció una forma interesante de ligar, y realmente era una chica atractiva. Miré la tarjeta y me costó ligeramente asumir aquello, era la tarjeta de un local de alterne y ponía, pregunta por Lilith. Ni cinco años en Harvard daban esa capacidad de venta. Nunca fui, y si lo hice jamás lo diré, pero aun conservo la tarjeta.
Comentarios
Ese también fue otro choque, o reencuentro de culturas, supongo...
Cambiale el traje, quitale un cierto porcentaje de puta (no todo, por favor), pegale una patada al arroz y pon algo como... música progresiva, inventa un nombre más al uso que Lilith, y desfigura sus caderas en una cucharilla antes de gritar "jaco"...
Historietas? Ficción??
Que sí... que me estoy quitando...
ya sólo me pongo de vez en cuando...