Ir al contenido principal
En el día de ayer, en mitad de una apoplejía nostálgica, me dio por buscar fotos de Aarhus, la ciudad donde estuve viviendo un año como erasmus. Bueno, lo primero para buscar alguna cosa es preguntarle a Google, pero como al fin y al cabo siempre te saca mil páginas antes de encontrar algo que merezca la pena me decidí por otro camino: la web del garito a donde íbamos todos los estudiantes.
A qué mala hora decidí hacerlo, me perdí en la vorágine virtual de cientos de diosas nórdicas en poses más que sugestivas. Y en medio de este colapso nervioso de la zona más meridional de mi alma encontré un par de fotos que salía un servidor, en medio de otra vorágine más física. Nada revelador, esperaba encontrar a alguna de aquellas aves de paso que depositaron su confianza en mi. Pero nada más lejos que un par de simples fotos de mi cuerpo serrano moviéndose al ritmo frenético del dance más comercial. Con la post-depresión post-erasmus me fui a la cama. Quién fuera naranja roja.

Comentarios

sulaco ha dicho que…
Poor you!
Creo que va siendo hora que vuelvas a salir del país y bendigas el mundo exterior con tu presencia. Lo echas de menos. Escuchar idiomas extraños, ver puestas de sol imposibles, aterirte de fríos desconocidos y todas esas cosas que se dicen.
Quique ha dicho que…
estoy en ello tío Fede, antes de Enero estoy fuera del país. Tengo un par de cosas en cartera, a ver si salen.. ains..

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey...
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -...
Doblar una esquina Sabios de todas las civilizaciones han debatido infructuosamente sobre el curioso fenómeno de doblar esquinas. Dos planos perpendiculares que forman una estructura tan rígida que ningún ser humano es capaz de alterar con sus propias manos, pero que hasta el más torpe es capaz de doblar. Pese a que lo habitual es doblarla andando, también se puede hacer corriendo, saltando, en bicicleta e, incluso, haciendo la croqueta.  Por lo que tengo entendido fue Periacóntodo, filosofo griego y panadero en su tiempo libre, el primero en identificar este fenómeno. Pese a ser ninguneado por sus coetáneos - a Zenón de Elea le pareció una idea absurda incluirlo en su libro de aporías - sus ideas han transcendido hasta la actualidad.  Fue desafortunado que Periacóntodo vivirá en la única aldea de Grecia menor en la que no se diferenciaban los conceptos de interior y exterior. Dicha particularidad supuso que fueran esquinas tanto el cruce exterior de los muros co...