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Mostrando entradas de diciembre, 2009
Te invito a mitad camino, a unas palabras cruzadas. Pero sí que habrá miradas trenzadas, e intentos de asesinato de almas. Habrá sentidos escondidos y quizá palabras rotas. Espero que llueva, y que la acera adquiera el color de una película de Woody Allen. Espero que el cielo sea gris y nos amenace para poder caminar muy cerca de ti, hombro con hombro, con los brazos bailando mientras los dedos se atraen y se repelen aleatoriamente. Espero ver tus caderas blandir la bandera de saber que te miro mientras caminas, y te gusta. Espero, espero, a mitad camino.
Se sentó en el banco de piedra. Cerró los ojos para mantener en su mente la imagen de los árboles y el césped de un verde intenso. Paró todos los pensamientos que podía parar, y se centró en su respiración, en las inspiraciones y en las expiraciones. El aire entraba por la nariz, pasaba por el pecho y tocaba el estómago, hacía el camino inverso y salía por la boca.  Siguió así hasta que noto que el exceso de oxígeno le daba esa extraña sensación de salir de sí mismo. Podía verse desde fuera, y su yo observador no era más que un halo sin forma que podía ver. Se sentó a su propio lado. Concentración. Cuando dejó de escuchar su propia respiración pudo escuchar la suave brisa que remecía las hojas. Más, más intenso. Se olvidó del viento y de las hojas, y de su respiración. Más allá, le empezaban a pitar los oídos de la intensidad con la que se concentraba en ellos.  Lo consiguió, escuchó la hierba crecer, en su infinitamente pequeño movimiento. El crujido de la hierba auto-creándose para a