Ir al contenido principal
De camuflaje

Bueno, vamos a ver si me tomo esto algo más en serio que Sulaco y sus Distorsiones me tienen acomplejado. Si a mi también me pasan cosas, de vez en cuando. Y si se miran por alguno de los lados debe tener algo de gracia. Pero, claro, a mi me sabe mal que vosotros, queridos feligreses, os tengáis que tragar mis tonterías. Más de uno pensará que si tanta tontería escribo, que no escriba, o que me declare, claramente, vulgar ( como los cientos de millones de blogs que cuentan las historias más chorras que te puedas echar a la cara, como si a alguien le importara que una adolescente de 16 años ha estado en clase, y luego se ha ido con sus amigas al parque y el parque mola mogollón). Pero como no me convence, y mi ego es superior a mi mismo, pues sigo escribiendo porque me gusta saber que me leen, ¡ qué caray!. Pues a ver, contemos el suceso interesante del día, el que no os vaya a aburrir. Quizá le de un toque de dramatismo, pero está basado en hechos reales, lo prometo.
Salía yo de mi supermercado habitual, cargado con mis bolsas y con la mirada perdida en algun punto entre la parada del autobus y mis propios ojos. Caminaba a paso indeciso, y farfullando por qué no pasaría un autobus cada 10 minutos, y así no me tocaría esperar. Cuando estaba llegando a la parada, y me disponía a reposar mi anciano cuerpo en el banco, veo como por la carretera se acerca una furgoneta Volkswagen pintada de verde militar y con manchas negras, y detrás un todo terreno, probablemente utilizado en Vietnam, de identica decoración. Ante mi sorpresa giran y se meten en el parking del polideportivo que hay en frente del supermercado. De la furgoneta bajan unos tipillos pintados hasta las orejas, con uniformes militares de campaña, casco a juego y hierbajos colgando del casco. Por si fuera poco, llevaban colgada una ametralladora. Claro mi cabeza no estaba muy despierta, pero en algunos momentos parece que la sinapsis también se hace participe de mis desventuras, y me vienen un par de ideas a la cabeza. Primera, son unos freakis vestidos de militares, que se van con sus metralletas de bolas de pintura a pegarse tiros por alguno de los bosques de alrededor. Segunda, ha habido una catástrofe y el ejercito viene a salvarnos. Tercera, golpe de estado en Dinamarca. Ninguna me acababa de convencer, pero me recreaba en la segunda ( me hacía mucha gracia un golpe de estado en Dinamarca), y me imaginaba a los tipillos corriendo y pegando tiros y acercandose hacia mi y preguntandome ( en un fluidísimo castellano): "¿Con nosotros o contra nosotros?". Yo, que otra cosa no pero me vendo por medio chavo; afirmaría inmediatamente cogiendo una ametralladora y pintarrajeandome la cara con barro. Y saldría corriendo y gritando, pegando tiros al aire ( que yo soy pacifico). Con todas estas chorradas sobre mi cabeza, los militares seguía fuera de sus furgonetas cuales maquineros velando el sueño de sus coches, solo les faltaba la música a toda castaña y el botellón de turno. Ya me empezaba a mi a mosquear el asunto, con la neurona que tengo deducía que iban a hacer practicas, pero ¡por dios! ¿dónde? ¿en el polideportivo? ¿ en el bosque? supongo que eran armas de verdad... En fin, ha llegado el autobús y los militares seguían apoyados en sus magnificos vehiculos pre-tecnológicos, y me he ido con las ganas de saber que narices hacían.

Comentarios

sulaco ha dicho que…
Hey! que yo tengo sólo una bitácora y tú hasta donde yo sé, llevas 3 y una más con otros. Una pena que no hubo un golpe de estado. Te hubieras convertido en estrella mediática, blogueando desde el centro del huracán.
¿estás seguro que no estaban allí para comprar cervecillas para la tropa en el super?
Quique ha dicho que…
Pues no te lo puedo asegurar, pero o estaban pidiendo autorización a Washington o no entiendo por qué estuvieron tanto rato esperando. En fin, podría haberme convertido en un bloggero de guerra, pero el destino no lo ha querido así. Creo que debo poner me a convertir herejes si no quiero que Dios me castigue con más mala suerte.

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
El retorno del "lledai". Cierto es que he vuelto a España. Un par de comentarios, en el post anterior, hechos en los últimos días me han recordado que tengo un blog ( varios, pero dejémonos de vanidades ); así que me dispongo a retomar esta tragicomedia que es el relato, sesgado, de mi vida. Es comprensible que para recomenzar tome como punto de inicio mi vuelta a España, sé que muchos estás impacientes de que relate con extremo detalle las aventuras más sucias que me hayan ocurrido por mis viajes europeos. No obstante, éstas os defraudarán ( me han defraudado incluso a mi) y las dejaré para siguientes posts. Mi regreso a la provincia carpetovetónica que figura en mi DNI, ha sido muy relajada. Me habían hablado mucho del síndrome post-erasmus, y todas sus malignas consecuencias, que van desde el apuntarse a una academia de español, para conocer más chiquitas extranjeras, al suicidio por inhalación de gas. Lo veo de un dramatismo exagerado, yo he vuelto y tanto mi cuerpo como