Ir al contenido principal
Crónicas de un erasmus en Dinamarca

Pues continúando con la entrega fasciculada de mi vida como erasmus en tierras vikingas, hoy me voy a centrar en una cosa que me perturba.
El origen viene desde hace unos meses. Cada mañana cuando salía de mi casa, camino de la parada del autobús, veía un carrito de bebe enfrente de una de las ventanas de una casa. No entendía nada, para que alguien va a querer airear el carrito; o es que molesta demasiado dentro de casa, y para que no ocupe espacio, pero si así fuera, ¿por qué no pliegan el carrito? No tenía demasiado sentido, pero ya había visto por la ciudad que la gente dejaba fuera de los establecimientos los carritos aparcados ( algunos con candado). En fin, aunque me extrañaba tampoco le di más vueltas, los daneses son raros y punto.


Pero un día mi visión cambio cuando, siguiendo el camino de cada mañana, el carrito lloró. Y la madre que estaba pendiente del carrito al otro lado de la ventana salió. Obviamente lloraba el niño que había dentro del carrito. No sé si lo hacen para que los niños se acostumbren al frio o para que no cojan alergias,... pero eso se soluciona con un paseo diario. Y si eres padre llevas a dar una vuelta a tu hijo aunque haga frio, no lo dejas fuera. Hay que ser mamoncete.


Es que ya me imagino al niño siendo un adulto, y su padre un "viejo encacao", y que el chico deje al padre fuera con la silla de ruedas; pensando para sí mismo "hace frio, ¿eh?". Aunque puede haber un cruce generacional, ya que si haces lo mismo con tus hijos tendrás que colocar en el jardín a tus padres y a tus hijos. Cría cuervos y te comerán los ojos, ya lo decía el refrán.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
A veces me gustaría escribir como Pau , joder qué fluidez, yo que me atranco con los reniegos pseudorománticos que no llevan a ninguna parte. Tengo que desarrollar más aptitudes literarias. Pero no sé de qué escribir. Estoy muy ilusionado con lo que estoy viendo aquí, tengo proyectos ideas y un montón de cosas que voy a disfrutar. Pero no me apetece hablar de eso. Sinceramente, creo que no podría. Siempre la misma referencia de amor y enamoramientos. Claro que hay, siempre acaba uno siguiendo alguna falda, aunque podría ser cualquier otra. Pero es esa porque te sonríe mucho o te roza de vez en cuando la mano. Y empieza la estúpida frustración de pensar que no le gustas. Que probablemente sea verdad, pero al fin y al cabo, todo va sobre convencer y conquistar. Con alguien discutía el otro día que si esperabas a que una chica viniera a decirte lo guapo que eres y lo muy enamorada que está de ti lo llevaba claro. No me canso de las faldas pero me canso de hablar de ellas. Me da miedo cans