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Crónicas de un erasmus en Dinamarca

Pues continúando con la entrega fasciculada de mi vida como erasmus en tierras vikingas, hoy me voy a centrar en una cosa que me perturba.
El origen viene desde hace unos meses. Cada mañana cuando salía de mi casa, camino de la parada del autobús, veía un carrito de bebe enfrente de una de las ventanas de una casa. No entendía nada, para que alguien va a querer airear el carrito; o es que molesta demasiado dentro de casa, y para que no ocupe espacio, pero si así fuera, ¿por qué no pliegan el carrito? No tenía demasiado sentido, pero ya había visto por la ciudad que la gente dejaba fuera de los establecimientos los carritos aparcados ( algunos con candado). En fin, aunque me extrañaba tampoco le di más vueltas, los daneses son raros y punto.


Pero un día mi visión cambio cuando, siguiendo el camino de cada mañana, el carrito lloró. Y la madre que estaba pendiente del carrito al otro lado de la ventana salió. Obviamente lloraba el niño que había dentro del carrito. No sé si lo hacen para que los niños se acostumbren al frio o para que no cojan alergias,... pero eso se soluciona con un paseo diario. Y si eres padre llevas a dar una vuelta a tu hijo aunque haga frio, no lo dejas fuera. Hay que ser mamoncete.


Es que ya me imagino al niño siendo un adulto, y su padre un "viejo encacao", y que el chico deje al padre fuera con la silla de ruedas; pensando para sí mismo "hace frio, ¿eh?". Aunque puede haber un cruce generacional, ya que si haces lo mismo con tus hijos tendrás que colocar en el jardín a tus padres y a tus hijos. Cría cuervos y te comerán los ojos, ya lo decía el refrán.


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