Ir al contenido principal
Sentado en la silla de una cafetería cualquiera, veía pasar a la gente por la calle.
Deseaba que lloviese o que hiciese mucho aire, o que sucediera algo que hiciera de aquel momento algo de lo que acordarse después, algo que tintara el día de un tono ocre acorde al otoño.
Nada ocurrió, como de habitual. Se me apareció ella atravesada en el cristal, entre la gente que pasaba y mis ojos que miraban. Era pura autosugestión por no tener nada en lo que pensar. Tiré de agenda y le envié un mensaje a ella y tres más. Hay que aprovechar las ocurrencias, y siempre hay más probabilidades si hay más intentos. Es de lo poco que me quedó en aquel último año de instituto que nunca llegó a acabar y que se repitió un par de veces antes que desestimara el aprobarlo. Aquel profesor enano y enjuto, que no paraba de repetir, que si tirábamos cuatro veces una moneda teníamos más probabilidades de sacar una cruz, que si la tirábamos una vez, pero las mismas si esperábamos sacar cuatro cruces. Así que desde aquel momento rehice mi concepción de las esperanzas en monedas y caras (dejé las cruces a otros), e intenté siempre lanzar las monedas varias veces para obtener al menos una cara.

No hubo ninguna contestación. Bueno había un cincuenta por ciento de probabilidad de que no me contestara ninguna; o supongo que por eso nunca aprobé.

Comentarios

Pau ha dicho que…
Había otro profesor que, dibujando un punto de tiza en la pared se alejaba 12 metros y preguntaba "¿Cuál es la posibilidad de que acierte en el punto lanzando desde aquí la tiza?" Ante la mirada de sorpresa de sus alumnos desconcertados, el profesor garantizó que quien se lo contestase tendría un aprobado inmediato. No abrió la boca ni Dios en su clase. El profesor, con una media sonrisa de lobo descarnado dijo "Un medio, que tire y le de, o que tire y no le de".

Un placer, como siempre, volver a leerte.
Duermevela ha dicho que…
No sé bien de que depende un golpe de suerte podés tirar una bola, la primera y hacer STRIKE o lanzar todas y hacerle un homenaje a la canaleta...


"Se me apareció ella atravesada en el cristal"



Voy a citarte las veces que sean necesarias a ver si espabilás...



Muá!
vanya ha dicho que…
La respuesta de ese profesor tuyo, Pau, es la de alguien que no tiene ni puta idea de estadísca. En fin, lo que hay que aguentar en las universidades. . .
Anónimo ha dicho que…
Qué bueno lo del profesor.
La verdad es que del instituto todos recordamos momentos frikis. Recuerdo un profesor que abrió un diccionario y dijo que nos iba a preguntar deficiniciones de cosas que todos conocíamos para ver si decíamos lo mismo que el diccionario. La primera palabra a definir fue "moda". Lo mejor que supimos decir fue "Moda es ir a la moda" quede ahí eso.

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey...
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -...
Doblar una esquina Sabios de todas las civilizaciones han debatido infructuosamente sobre el curioso fenómeno de doblar esquinas. Dos planos perpendiculares que forman una estructura tan rígida que ningún ser humano es capaz de alterar con sus propias manos, pero que hasta el más torpe es capaz de doblar. Pese a que lo habitual es doblarla andando, también se puede hacer corriendo, saltando, en bicicleta e, incluso, haciendo la croqueta.  Por lo que tengo entendido fue Periacóntodo, filosofo griego y panadero en su tiempo libre, el primero en identificar este fenómeno. Pese a ser ninguneado por sus coetáneos - a Zenón de Elea le pareció una idea absurda incluirlo en su libro de aporías - sus ideas han transcendido hasta la actualidad.  Fue desafortunado que Periacóntodo vivirá en la única aldea de Grecia menor en la que no se diferenciaban los conceptos de interior y exterior. Dicha particularidad supuso que fueran esquinas tanto el cruce exterior de los muros co...