Ir al contenido principal
La vuelta

Aun no he acabado de limpiarme las babillas de los besos de bienvenida, cuando vuelvo a tener otra vez los pómulos cristalizados de fluidos salivales. Sí, es lo que tiene las visitas rápidas cuando uno está de erasmus. Que vaya, ni que me fuera a la guerra o no me volvieran a ver; es la tercera vez que me despido en lo que va de año, y la gente no parece cansarse. En fin no me quejo, he sido aprovisionado generosamente de pitanza y jolgorio durante una semana, y los excesos de abrazos y besos se ven compensados con platos de calamares a la romana y paellitas. Mañana inició otra pequeña odisea ( la tercera del año) con el mismo destino que siempre: Aarhus. Claro, yo desde que llegué estaba diciendo que yo lo que quería era volverme: que allí tengo mi casa, mi vida, mis amigos,... pero claro, hoy iba yo en manga corta a 27 grados por el centro de Valencia, y un relámpago me ha tirado de mi nube ( supongo que nuestro Señor ha elegido el relampago porque la zarza ardiendo ya no impresiona), ¡vaya por dios! Mañana si estoy a 10 grados ya puedo dar gracias. Y es que el calorcillo primaveral no se paga con calamares; ni a las chiquillas en pleno trámite de destape que despiertan las hormonas dormidas en el invierno ( si es que había alguna dormida).
Sí, de vuelta a tierras vikingas,... con independencia, fiesta,... sin calamares, sin sol,... ¿Cómo estarán las danesas? Esperemos que bien, las dejé bastante bien,... ya que inexplicablemente la última semana obtuve premio ( bronce, pero algo es algo) un par de veces, ¿será la primavera?. En fin, seguiremos las crónicas del erasmus. Al final de la semana os pondré un post con la ida y la vuelta, en el aeropuerto, Ryanair y las maravillas de la tecnología.

Comentarios

sulaco ha dicho que…
Vaya ahora lo entiendo. Por el comentario que dejaste en mi bitácora, pensé que te acababas de ir a España. Espero que hayas vuelto con las alforjas llenitas de latas de fabada, lentejas y demás delicias que no se encuentran al norte de los pirineos.
Quique ha dicho que…
Pues de hecho no me he traido nada de comida, ha sido como un: yo puedo sobrevivir sin comida de casa. Supongo... bueno ya veremos si no acabo mendigando paquetes desde tierra patria.
Anónimo ha dicho que…
Pues yo me hubiera vuelto con una maleta o dos de comida!! !Que ya me imagino a la "mamma" y a los demás familiares diciendo, si es que allí no comes na, llevate algo que como en casa no se come en ningún sitio, no seas cabezona.... Pero weno, a ti con tus recetas "erasmus" no te hace falta xq eres un cocinillas.

Por cierto, que se supone que es un bronce con una danesa? y la plata? el oro me lo imagino... jajaja
Quique ha dicho que…
Jeje, me debería haber traido algo pero mira... Si en el fondo, la gastronomía española es la mejor que conozco. Pero eso de soy independiente no necesito llevar comida... hoy daba un pie por una tarrina de sobrasada :(
sulaco ha dicho que…
Yo no perdono una visita a España para traer comida. El último día la visita al hiper es obligatoria y el sableo de la nevera de mis padres es justo y necesario. Algún día los perros estos que esnifan la droga de las maletas se volverán locos con los chorizos y demás viandas que coloco estrategicamente en mi maleta.

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
El retorno del "lledai". Cierto es que he vuelto a España. Un par de comentarios, en el post anterior, hechos en los últimos días me han recordado que tengo un blog ( varios, pero dejémonos de vanidades ); así que me dispongo a retomar esta tragicomedia que es el relato, sesgado, de mi vida. Es comprensible que para recomenzar tome como punto de inicio mi vuelta a España, sé que muchos estás impacientes de que relate con extremo detalle las aventuras más sucias que me hayan ocurrido por mis viajes europeos. No obstante, éstas os defraudarán ( me han defraudado incluso a mi) y las dejaré para siguientes posts. Mi regreso a la provincia carpetovetónica que figura en mi DNI, ha sido muy relajada. Me habían hablado mucho del síndrome post-erasmus, y todas sus malignas consecuencias, que van desde el apuntarse a una academia de español, para conocer más chiquitas extranjeras, al suicidio por inhalación de gas. Lo veo de un dramatismo exagerado, yo he vuelto y tanto mi cuerpo como