En el aeropuerto, terminal 2, gate B37, sentado en un banco, más bien hundido en él. Comprobando cada cinco minutos que tenía el billete y que ningún criminal un poco cabrón le haya podido robar el billete para subir al avión a pesar de que lleva su nombre. Bueno, comprobado, otra vez.
Con los auriculares del mp3 hincados en los oídos no recuerda ninguna espera en aeropuertos que no haya ido con los auriculares puestos.
Le daban pereza las colas, la gente de pie tanto tiempo, el saber si tendrá sitio en los compartimentos del avión para su equipaje de mano. El doble bombo le estaba haciendo latir el corazón al doble de velocidad de la adecuada para estos casos, y subió el volumen hasta que sentía cada impacto detrás de los ojos.
Llaman a embarcar. Por fin. Cruza su mirada una dulce muchacha de tez pálida, casi transparente, y sonríe. Por fin, un ligue de avión. Acto seguido se le suben a la pierna dos churumbeles que inequívocamente eran su prole. Lo dejaremos para otro día.
Las puertas de emergencia,... bla bla bla...
Con los auriculares del mp3 hincados en los oídos no recuerda ninguna espera en aeropuertos que no haya ido con los auriculares puestos.
Le daban pereza las colas, la gente de pie tanto tiempo, el saber si tendrá sitio en los compartimentos del avión para su equipaje de mano. El doble bombo le estaba haciendo latir el corazón al doble de velocidad de la adecuada para estos casos, y subió el volumen hasta que sentía cada impacto detrás de los ojos.
Llaman a embarcar. Por fin. Cruza su mirada una dulce muchacha de tez pálida, casi transparente, y sonríe. Por fin, un ligue de avión. Acto seguido se le suben a la pierna dos churumbeles que inequívocamente eran su prole. Lo dejaremos para otro día.
Las puertas de emergencia,... bla bla bla...
Comentarios