Ir al contenido principal

En nuestras salidas nocturas, que todo prometen y nada dan, suele darse la misma estructura siempre. Vamos a un sitio de sentarse y tomar algo; luego zanganeamos por los pubs en busca de muchachas inquietas y, cómo no, de dudosa moral; ante la falta de feedback decidimos recoger el campamento y mañana será otro día; y justo entre ese momento y el introducirse en el vehículo que nos llevará a casa hay un lapso de tiempo en el que las cosas se distorsionan ligeramente y se realizan una serie de cosas de las que nadie puede estar orgulloso ( actos vandálicos de poca monta, injurias a las autoridades, piropos a jovenzuelas de 47,...).
Aquella era una noche que frente al hunter-móvil se finiquitaban los ultimos resquicios etílicos de la noche intentando urdir un plan para extenderla lo más posible ( ya se sabe que cuanto más larga es la noche más posibilidades se tiene de encontrar la mujer de tu vida).
Por el horizonte se acerca un Mini Cooper, y a escasos metros una moto. Se acercan y se ponen paralelos al semáforo. A raíz de semejante visión, normal para los profanos, uno de nuestros contertulios tuvo la feliz idea de alardear de sus conocimientos en mecánica avanzada y gritar: !Eso es un sidecar! Yo lo he visto... lo lleva el perro de Sherlock Holmes.
Restallaron en el aire las malvadas sonrisillas de nosotros, malvados simpatizantes de aquellas gamberradas, y una mirada feroz del motorista hizo más bien un efecto nulo sobre nosotros.
Yo he investigado por mi parte y Sherlock holmes no llevaba un Sidecar. Yo creo que va a ser Basil el ratón Superdetective.

Comentarios

sulaco ha dicho que…
Yo recordaba a Pierre Nodoyuna con sidecar pero lo he mirado y tampoco. Será otro. No me suena que Basil supiera conducir.

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -
A veces me gustaría escribir como Pau , joder qué fluidez, yo que me atranco con los reniegos pseudorománticos que no llevan a ninguna parte. Tengo que desarrollar más aptitudes literarias. Pero no sé de qué escribir. Estoy muy ilusionado con lo que estoy viendo aquí, tengo proyectos ideas y un montón de cosas que voy a disfrutar. Pero no me apetece hablar de eso. Sinceramente, creo que no podría. Siempre la misma referencia de amor y enamoramientos. Claro que hay, siempre acaba uno siguiendo alguna falda, aunque podría ser cualquier otra. Pero es esa porque te sonríe mucho o te roza de vez en cuando la mano. Y empieza la estúpida frustración de pensar que no le gustas. Que probablemente sea verdad, pero al fin y al cabo, todo va sobre convencer y conquistar. Con alguien discutía el otro día que si esperabas a que una chica viniera a decirte lo guapo que eres y lo muy enamorada que está de ti lo llevaba claro. No me canso de las faldas pero me canso de hablar de ellas. Me da miedo cans