Ir al contenido principal
London, London (II)

Sentados en la plaza de Trafalgar, mirando la fuente iluminada, y los leones británicos observándonos con aire altivo. El aire vuelve a soplar e inunda nuestra cabeza de olores que ya habíamos soñado y nuestros oídos de sonidos que no nos quieren dejar.
Cada uno piensa en sus cosas, pero realmente los tres están pensando en lo mismo: su vuelta a casa. Se lo han pasado bien, han conocido una ciudad apasionante, y se han unido más. Esto de los viajes parece que une. Siempre les quedará ese rincón de Londres en su corazón, al que siempre podrán acudir cuando quieran estar con sus compañeros de viaje, sus amigos.
Se hace raro el mirar esa plaza, que han visitado estos cuatro días, realmente pasaban por allí pero no se fijaban. Iban corriendo hacia alguna parada de metro para ir a algún lugar... Realmente les gustaba, no por lo que era, si no por lo que iba a significar para ellos. Las pocas estrellas que se veían les cubrían las cabezas, las mismas estrellas que veían hace un par de veranos en casa de Kike, las mismas que les habían acompañado en tantas noches de cine, música y tertulia,... las mismas pero con ojos britanicos...

Pero se acaba la aventura, mañana volveremos a nuestra casa, a nuestras costumbres, volveremos a nuestro nido... allí nos esperan.


"el recuerdo es importante,la nostalgia tambien....pero superar el recuedo y vencer la nostalgia....hace q nuestra vida..siempre tenga sentido...simpre busque otro recuerdo...otra nostalgia.." New Punk Youth

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sería el crujido de los neumáticos, o quizá la noche, más que la noche la imposibilidad de que fuera cualquier otro momento del día excepto la noche. El abrupto deslizarse del automóvil por aquel camino sin asfaltar, atravesando el polvo en suspensión y moviéndonos a espaldas de las casas que tenían ventanas apagadas de gente durmiendo. Esa gente que se dormía a las once para trabajar al día siguiente, esa gente que encontraba su realización en la jornada de ocho horas y una familia que apagaba su vida al encender la tele. Nos sentíamos guardianes de sus sueños, Morpheos, viviendo lo que ellos sólo anhelaban inconscientemente porque habían dejado de anhelar al tiempo que aprendieron a callar. Colándonos por las rendijas de sus contraventanas para desnudar su lívido, para crispar su aceptación muda de la realidad. Nosotros que mirábamos esas ventanas mientras nos comíamos a besos y nos desnudábamos del todo, anhelando el siguiente beso y el siguiente gemido. Nosotros que eramos los rey...
Aquel lugar olía como un camión abandonado, o al menos eso era lo primero que se le venía a la cabeza al pensar en ese olor a húmedad, a cerrado, humo de tabaco, a sudor y a alguna otra cosa imposible de descubrir. Aunque le repgunaba el lugar no podía dejar de sentir esa suave atracción por ella cada vez que se agachaba y dejaba entrever lo que ocultaba su blusa. Lo había hecho ya varias veces, y cada vez, le daba más la sensación que lo hacía a propósito. Y no porque él le gustara, si no porque ella quería gustar. Era algo parecido a un tanteo de fuerzas, un " a ver hasta donde llego". La música seguía sonando, estallando contra las paredes que temblaban a cada beat . Era un sitio pequeño, oscuro y ruidoso. Pero aun así lograba concentrarse sólo en el pecho que ella movía desde sus hombros, y no en su cara que se perdía en una lluvia de luces multicolor que deslumbraban intermitentemente, y no permitían ver nada con claridad. Él se acerco. - Te invito a tomar un café - No -...
Insomnio devengado de los días que llegarán, que serán inmediatos a mi partida. Que serán los portales de mi viaje al otro lado del océano. Del viaje que no es viaje, si no emigración, porque lo dicen las autoridades, porque lo dice el visado, porque pone Residente Temporal en Chile. Porque me muero de miedo. Porque no sé qué voy a encontrar, pero como siempre tengo la dulce sensación narcótica de que allá encontraré a mi ideal de mujer etérea e ilustrada; como si no hubiese aprendido aun que es mentira. Miedo, también, porque no sé qué voy a hacer con mis días, si podré ayudar, si daré la talla, si no me vendré abajo. Se anda cancerando el alma de vacío, ya sin sentimientos, ni ganas de escribir, ni ganas de nada. Sólo un miedo, que ni siquiera es miedo, que es tensión y desconocimiento. Pero nada más. ¿Irá con los años?